jueves, 1 de mayo de 2014

MI PROPIA IMAGEN




Ustedes se preguntaran lo curioso de este título, realmente lo es, pues en este escrito voy a tratar de reflejar mi propio yo, tal cual me visualizo con mis virtudes y mis defectos. Es sobrecogedor tener la valentía de escribir para otros tus propias vivencias, retratarte sin máscaras ni disfraces, presentarte totalmente al desnudo y tener la certeza de describirte como has sido realmente en tu vida desde la perspectiva  de tu mente y de tu corazón.

Sin más preámbulos, comienzo diciendo que hoy por hoy me considero una persona normal, que vino al mundo en un hogar bendecido por los lazos matrimoniales dentro de la Religión Católica, recibí una educación en Colegios Privados de Monjas, fui una niña demasiado consentida por mi padre, lo que ocasionó en mi un gran trastorno de afectividad que me convirtió a los escasos 6 años de edad, en un pequeño monstruo dentro de mi grupo familiar. Mis hermanos me rechazaban, yo no aceptaba mi sexo, pues era una niña creciendo con 4 varones, lo que me provocaba una gran confusión y me obligaba a no aceptarme como niña. Fue tan grave la situación, que mi madre desesperada se vio en la imperiosa necesidad de internarme en uno de esos Colegios de Monjas.

Allí estube desde los 6  hasta los 14 años, momento en que concluí mis estudios básicos, haciendo cuantas maldades o travesuras puede hacer una niña de esa edad, hasta que como siempre ocurre, el tiempo cumplió su cometido y llegó el momento que no era otro que lograr equilibrar mi mente con mi cuerpo, para lograr alcanzar la meta de materializarme como una persona cónsona con la convivencia familiar.

Mi adolescencia fue corta pero intensa, pienso que por el desconocimiento con el mundo exterior, me llevó a enamorarme a destiempo y contraje matrimonio a los 16 años en contra de la voluntad de mis padres, de esa unión nacieron 4 hermosas niñas, las cuales crecieron conmigo ya que para ese momento, también yo era una niña. Fue una hermosa experiencia. El matrimonio duró 5 años, luego vino el divorcio cuando apenas tenía 21 años y el comienzo de la lucha por sobrevivir con una carga familiar que para mis cortos años era bastante pesada.

Pasaron los años, crecieron mis hijas, cada una de ellas decidió su camino de vida, todas se casaron, formaron sus respectivas familias y afortunadamente para mí, aún conservan los estatus de vida que ellas mismas escogieron.

Pasados algunos años, contraje nupcias nuevamente y la persona que conformó mi existencia a partir de ese momento, fue un hombre excepcional del cual yo me atrevería a decir que era mi Alma Compañera, la empatía, el entendimiento, la afinidad en los gustos, en fin... todo eso que parece ser una utopía yo lo estaba experimentando con él. Puedo decir a ciencia cierta, que conocí de cerca la verdadera felicidad, esa de la que tanto hablan pero que nunca se encuentra. Después de 20 años de convivencia plena, un día La Dama de Negro decidió que era el momento de su partida y con una mirada de inmenso amor pero también de angustia me dijo "No me importa partir, lo que me desespera es que voy a dejarte sola".

Desde entonces y habiendo pasado ya 7 años no volví a pensar en el amor físico, era imposible volver a comenzar una nueva vida despues de haber convivido tantos años con la excelencia, definitivamente sabía que ese solo hecho, siempre me conllevaría a caer en comparaciones y pienso que nadie merece ser comparado con otra persona, no puedo negar que hubieron oportunidades en que personas en quien yo despertaba alguna expectativa de índole personal, se me acercaban pero definitivamente nunca más encontré ese sentir que yo sé que existe porque lo disfruté y lo viví durante muchos años. Ese fue el principal motivo por el cual nunca más quise involucrarme con el amor y decidí entregarme en cuerpo y alma a ese otro inmenso sentimiento que bullía dentro de mí desde siempre y al cual solo lo dejaba otear en mi vida muy someramente, porque siempre ocuparon un espacio  privilegiado mis hijas, luego mi compañero de vida, lo que no me permitía regalarle el tiempo necesario y que tanto se merecía  a ese afecto escondido, el cual me esperó en silencio pero con la certeza de que llegaría su momento en que ocuparía un espacio preferente en mi vida.

Fue así como comencé mi tránsito dentro del maravilloso mundo de las letras, en él he recuperado la paz y el equilibrio perdido, he disfrutado de momentos grandiosos a través de mis escritos y de los escritos de otros que también comparten los mismos gustos y preferencias conmigo.

Y aqui estoy, sintiendome realizada, satisfecha, feliz, consentida por el tiempo (que es mi amante), el cual siempre está pendiente de prodigarme sus cuidados para tratar de mantenerme en forma y permitirme así llegar a lograr las metas que aún me faltan por alcanzar.

Como pueden ver, mi tránsito ha tenido sus altas y sus bajas, afortunadamente esa educación recibida a tiempo, fue la que logró equilibar mis afectos y moldear mi carácter, ellas se convirtieron en las herramientas fundamentales para hoy por hoy poder decir a viva voz que me considero una mujer plena y completa y sobre todo como siempre decreto: Soy una hija predilecta del Altísimo.

                                                                                                            La Amante del Tiempo.