LOS HIJOS.
Cuando nuestra vida adulta comienza y empezamos a desear nuestra preservación y continuidad a través de los hijos, comprendemos que en ese mismo instante dejamos de pensar en nosotros para ubicar nuestro mayor interés en ese nuevo proyecto de vida que pronto inundará todo nuestro tiempo y espacio.
La norma es que continuemos incansablemente formando esa cadena humana y que en el transcurso de nuestra existencia, entendamos que ese es el primordial origen de la humanidad, para luego, una vez alcanzado ese objetivo, entonces empecemos a realizar nuestra gran misión, que no es otra que llevar a los recien llegados, a feliz término en su evolución a través de sus diferentes facetas de vida.
Durante todo ese tiempo que necesitamos para alcanzar las metas propuestas, los hijos van recibiendo de nosotros ese inconmensurable amor, que los grandes Poetas has descrito como el más sublime de los afectos.
Muchas son las satisfacciones que recibimos de parte de ellos, también hay los que por el contrario nos causan grandes dolores emocionales e inmensas decepciones, pero no por eso pierden su estatus de hijos queridos dentro de nuestro corazón.
Todos los que hemos sido bendecidos por El Altísimo, al permitirnos ser unos privilegiados por haber recibido el "Don" de ser padres, podemos contarnos como tal y ondear con orgullo, plenos de felicidad, la dicha primero de acunarlos en nuestro regazo, luego verlos crecer en su adolescencia, para sentir la satisfacción del deber cumplido cuando alcanzan su vida adulta y comienzan de nuevo el período evolutivo de la creación de vida.
Particularmente me doy por satisfecha, pues fuí bendecida al lograr procrear cuatro hermosas criaturas, ostentando cada una de ellas una belleza interna, la cual les develó una personalidad inédita a cada una, acreditándoles para conformar sus propias descendencias, respetando siempre los cánones regulares de la sociedad y acrecentando sus propias escalas de valores.
Dedicado muy especialmente a mis cuatro hermosas Hijas:
Mariel, Nathalie,Emperatriz y Sheyla.
La Amante del Tiempo